Hoy día se habla mucho de cómo mejorar las técnicas de aprendizaje de nuestro alumnado, cómo hacer que las clases sean más atractivas, más dinámicas y, en definitiva, cómo hacer nosotros, los profesores, que ellos aprendan más y mejor.
Pero he ahí el error: se está enfocando la educación hacía la necesidad de que el profesorado sea el encargado de innovar y de estar en continua búsqueda de nuevos métodos de aprendizaje, mientras los alumnos siguen en la misma dinámica desde hace más de dos siglos: se sientan y con suerte escuchan y cogen apuntes.

Desde mi punto de vista, el enfoque en educación está siendo erróneo. ¿Por qué debemos ser nosotros los que tengamos que idear la manera de que las clases sean más entretenidas? ¿Por qué no darles las herramientas a nuestros alumnos para que sean ellos los que hagan más atractivo el tiempo de estudio?
No estamos enseñando a «aprender a aprender», como nos dicen esas maravillosas leyes educativas que cambian cada nueva legislatura. Seguimos utilizando los métodos de siempre (fotocopias, resúmenes) pero llenándolos de actividades y juegos para que ellos no se aburran pero, en el fondo, sin cambiar la metodología.
Déjame recordar algo:
¡Al colegio se viene a aprender!
Pero eso no implica que no se pueda hacer de forma más dinámica y diferente, pero sin perder de vista la meta, que es la formación. No somos centros de ocio donde entretener a los alumnos y alumnas mientras sus padres trabajan, somos el lugar donde el alumnado viene a aprender a formarse. Y no solo en los contenidos que estipulan las materias de cada curso, sino a aprender habilidades, métodos y técnicas que pueda utilizar en su día a día y en su futuro.

Te propongo que pruebes esto: Visual Thinking
Una manera que puede ayudar a los alumnos a enfocar el estudio desde un punto de vista diferente es el visual Thinking. Esta técnica no es nueva ya que, obviamente, el pensamiento visual es algo innato en los seres humanos desde que nacemos. Desde la antigüedad y en parte por nuestra preferencia histórica por el pensamiento platónico sobre el aristotélico, se ha dado más importancia a los números y letras (la razón) que a el arte en general (los sentidos). Esa idea se ha mantenido, aunque nos cueste mucho reconocerlo, en nuestros centros, ya que se sigue pensando que algunas materias son más importantes que otras. Y eso debe cambiar.
En la década de los 60 el psicólogo alemán Rudolf Arnheim -influido por la psicología de la Gestalt y el interés por lo artístico- centró su carrera en la comprensión de la percepción y pensamiento visual:
Los sentidos permiten entender la realidad externa. Estos no deben ser vistos como meros instrumentos mecánicos, como algo por lo que captamos información sin más, sino que, a instancias activas de la percepción funcionan como puentes del pensamiento visual, incluso sin que el estímulo sea necesariamente visual. La mente añade información a las percepciones sensoriales y así se elabora el conocimiento.
Rudolf Arnheim
¿Qué quiere decir esto? Pues que incluso desde pequeños, al dibujar, estamos aprendiendo a reflejar lo que queremos representar y comunicar. Es más, somos capaces de reconocer objetos y formas antes que hablar o escribir y de esta manera mostramos ideas de forma sencilla.

Y es que dibujar nos ayuda a organizar nuestro conocimiento y al hacerlo prestamos más atención en lo que queremos representar. No importa la calidad del dibujo, sino que nos ayude a entender el concepto que queremos mostrar. Lo importante nuestra capacidad de imaginar y plasmar esa idea.
Ésta es la base del Visual Thinking: asociar estos dibujos a nuestros temas de estudio, ya sea con frases cortas, con esquemas o con resúmenes de esos contenidos más amplios y complejos (los de los libros de texto) que tanto aburren a los adolescentes de cualquier época y que desmotivan a cualquiera a la hora de estudiar.
Se trata de buscar la imagen que nos ofrezca la máxima información sobre contenido que queremos recordar. Para ello, nuestro alumnado ha tenido que ser capaz de:
- Leer
- Entender
- Sintetizar
- Y analizar cuál es la información más importante y cómo poder reducirla a una imagen o idea.
Les ayuda por tanto a investigar, a mejorar la comprensión lectora, a asociar ideas y amplía su capacidad de análisis, trabajando competencias esenciales como la creatividad, el pensamiento crítico y la comunicación.
Como comento cada vez que tengo la oportunidad, el cerebro aprende mejor visualizando imágenes, de hecho un 90% de la información que procesa es visual y nos supone menos esfuerzo entender una imagen que leer un texto. No es de extrañar que nos quedemos con el 80% de las imágenes que vemos y solo con un 20% del texto que leemos. Y es que es muy cierto eso de que «una imagen vale más que mil palabras».
Ahora, te animo a que entre todos intentemos cambiar el patrón, que sean los alumnos los que mejoren su forma de aprender a través de nuevas técnicas y metodologías como ésta.

Invita a tus alumnos a que creen su propio material de estudio a través de mapas visuales, donde puedan representar dibujos de personajes y objetos (un consejo: si se basan en formas geométricas es mucho más sencillo). Que utilicen diferentes tipografías para hacerlos la lectura más dinámica y que incluyan todos los recursos que les puedan ayudar: flechas, marcas, bocadillos de comics o carteles
En definitiva, que encuentren ellos su método para aprender de manera más activa y por qué no, divertida.
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